Cuando usted esté leyendo estas líneas, el matador de toros Enrique Ponce ya habrá trenzado el último paseíllo de esta temporada de despedida por los ruedos españoles después de treinta y cuatro años de profesión, la mayoría de ellos instalados en la zona noble del escalafón.

Estaba pensada esta campaña postrera para que cada fecha se convirtiera en un acontecimiento. No siempre ha sido así y se han alternado tardes con ambiente excepcional con algunas jornadas en las que se ha dejado ver más cemento en los tendidos de lo esperado. Quizás el momento de la retirada llega algo tarde y eso ha influido en que la repercusión haya sido algo menor de lo que uno podrís suponer.

En la provincia de Jaén sólo ha actuado en Úbeda. Allí sí, con un cartel bien ideado y una estrategia acertada, la ciudad monumental rebosó de un ambiente extraordinario y colgó el “No hay billetes” tanto en las taquillas como en hoteles y restaurantes de la localidad.

En el principio de la temporada y durante varios meses, se daba por hecho la inclusión del diestro valenciano en los carteles de la Feria de San Agustín. Incluso estaba esbozado el cartel con Morante de la Puebla y un tercer espada que bien hubiera podido ser Curro Díaz o Juan Ortega. Faltaba cortar algunos flecos del acuerdo, pero las posiciones económicas eran inicialmente tan distantes que, a pesar de alguna ilustre mediación, los esfuerzos de empresa y torero no fueron suficientes para cerrar el trato y, tristemente, el de Chiva se quedó fuera de la feria.

Y escribo tristemente porque, gustos al margen, Enrique Ponce ha sido uno de los toreros que más relación ha tenido con la plaza de Linares. No en vano, el valenciano toreó en el coso de Santa Margarita ya como becerrista y novillero con caballos a finales de los 80 y después, como matador de toros, actuó la friolera de 27 tardes en el ceniciento ruedo minero, siendo en las primeras ferias de los 90 (su época de hegemonía en la Fiesta) la base del abono linarense llegando incluso tres años a hacer doblete en unos seriales que contaban con 3 corridas a pie y una de rejones. Nada menos que 19 ferias consecutivas estuvo Ponce anunciado en la Feria de San Agustín. Míticas eran aquellas tardes de finales del XX y principios del XXI en las que rivalizaba con José Tomás tanto en lo artístico como en la taquilla.

Sin embargo su faena más importante en esta plaza fue con un Torrealta castaño de nombre “Fandango” al que cuajó una labor extraordinaria consiguiendo un triunfo de clamor que le sirvió para llevar a sus vitrinas su único Trofeo Manolete.

Su vinculación con Linares fue más allá de ser contratado en la feria. Así, intervino en alguna novillada benéfica a favor de la Hermandad del Prendimiento de la que se hizo hermano y a la que regaló su primer capote de paseo. También fue promotor de algún festival como el que se hizo en homenaje al banderillero Enrique Soto. Y además, no era extraño encontrarse con el matador en establecimientos comerciales o de restauración de la ciudad.

Una vinculación con Linares, en definitiva, muy estrecha pero que no ha sido suficiente para que ocupara uno de los lugares que adornaban los carteles de esta singular Feria de San Agustín 2024. Ocasión perdida.